Sant Grau, abogado de las heridas venenosas

Antiguamente, en la pequeña iglesia de Sant Julià, se veneraba también Sant Grau. Según Joan Amades, por la diada de Sant Grau, que era invocado contra las picaduras del ganado vacuno, los campesinos tenían una tradición muy particular. Para evitar que a los bueyes y las vacas que habían recibido una picadura les creciera la piel por encima de la herida, los campesinos practicaban el remedio de cortarles tres pelos de la cola y ponerlos dentro de un pan pastado el mismo día. Entonces obligaban al animal a comérselo para que se les curara. Para que fuera eficaz, sólo se podia aplicar el día de la fiesta de Sant Grau. 

Para el acopio de Sant Grau en el pueblo de Sant Gregori, también era costumbre ofrecer una figura de un buey en cerámica que se ataba con una cinta colgada al altar durante todo un año para que los bueyes enfermos se curaran. Cerca de la capilla se instalaba una parada que cada año vendía los mismos bueyes de cerámica, ya que al siguente año los pavordes descolgaban las figuras del altar para volverlas a veneder y ofrecerlas a Sant Grau. En el acopio de Sant Grau las chicas solteras concurrían también para pedir marido, tal como dice el dicho popular: 

"Sant Grau,

dame marido por favor;

que sea pobre, que sea rico, 

mientras sea un buen marido"